El mercado español del vino, de los más importantes a nivel mundial, apuesta por la transformación digital con el uso de las últimas tecnologías para mejorar la calidad del producto y luchar contra el cambio climático.
España está considerado el viñedo del mundo. De las 7,6 millones de hectáreas de viñedos del planeta, un 13% son españolas, la mayor superficie vitícola que existe. Además, nuestro país es también líder mundial en ventas de vino, con 22,1 millones de hectolitros en 2017, según el Observatorio Español de los Mercados del Vino.
Ante estas cifras, no es de extrañar la preocupación de los principales agentes del sector por la innovación y por aplicar las últimas tecnologías en gran parte del proceso vitivinícola y enológico.
«Desde hace unos años, el sector vitícola -encargado del cultivo de la vid- empezó a apostar por las nuevas tecnologías, introduciendo equipos inteligentes, pues se dieron cuenta de que pequeñas variaciones en el cultivo pueden provocar grandes cambios en el resultado final. Gracias a la viticultura de precisión, donde se emplean sensores, drones o robots, entre otros aparatos, se pueden segmentar los viñedos y analizar todas las variables que les afectan, como el clima, la humedad, e incluso saber el nivel de estrés de las plantas y poder actuar consecuentemente o prevenir problemas. Un viñedo de calidad es uva de calidad y eso se traduce en vino de calidad», explica Sergi del Amo, director del Parque Tecnológico del Vino VITEC.
VIÑEDOS 3.0
En España hay alrededor de 4.000 bodegas, la mayoría muy pequeñas, pero la tecnología ha entrado en casi todos sus viñedos, con un mayor nivel de digitalización en los más grandes. «Al digitalizar los procesos en los viñedos podemos tener información muy valiosa que nos permite actuar para minimizar el impacto en la cosecha de condiciones climatológicas, como por ejemplo una helada. La predicción es fundamental para tomar las decisiones que nos permitan tener buenas añadas» afirma José Moro, presidente de Bodegas Moro.
Vodafone y Bodegas Moro han llegado recientementea un acuerdo por el que la bodega vallisoletana contará con una red de sensores instalada en los viñedos combinada con imágenes satélite que permitirá medir factores ambientales claves como la humedad, la temperatura, la conductividad del suelo y la salud de las vides.
Vinescout
Los sensores están presentes también en las bodegas Pernod Ricard y Ramón Bilbao. Ambas han desplegado en sus viñedos los sensores Cesens, una solución basada en la tecnología del proveedor de cobertura IoT Sigfox, y que permiten monitorizar viñedos y otros cultivos. Gracias a esta tecnología, el agricultor puede consultar la información vía web o en una aplicación Android y recibir alertas para, por ejemplo, predecir heladas o infecciones y consultar métricas.
«Con esta herramienta te puedes adelantar a los problemas que vas a tener. Muchas veces esperamos a regar cuando ves que la planta está mal o que el suelo se ha secado, pero estas herramientas te están avisando antes de que esto se produzca, se anticipan al problema que puedas tener», señala Mario Ezquerro, gerente de viñedos de Pernod Ricard.
Más llamativo es el uso de drones o robots, dos tecnologías cada vez más comunesen la viticultura. Desde hace dos años, Matarromera emplea en sus viñedos drones para elaborar un mapa de vigor del viñedo que permite conocer la madurez y la calidad de las uvas para decidir el momento óptimo de vendimia.
Por su parte, la semana pasada la Unidad Politécnica de Valencia presentó un robot autónomo de monitorización de viñedos en el marco del proyecto Vinescout. El dispositivo es una renovación del anterior modelo que ayuda a los productores de vino a medir los parámetros clave del viñedo, incluido el estado del agua de la vid, la temperatura de la hoja/copa de la vid y el vigor de la planta. Este nuevo robot combina visión 3D con sensores de ultrasonidos e inteligencia artificial, lo que se traduce en una conducción más precisa.
Robot autónomo en las bodegas García Carrión
«Mientras el sector vitivinícola lleva tiempo apostando por la digitalización, todavía hay grandes déficit en las bodegas. Se habla de los beneficios de la viticultura de precisión, pero, ¿por qué no de la enología de precisión?», se pregunta Del Amo. La sensorización y la alta tecnología de las que se presumen en el campo no se replican en el proceso de elaboración del vino en la mayoría de los casos. Pero hay excepciones, como García Carrión.
La bodega española está considerada una de las bodegas más tecnológicas de nuestro país, y está reconocida como tal a nivel internacional. «Tenemos una cava totalmente automatizada con LGV (Laser Guided Vehicles, por sus siglas en inglés, es decir, vehículos autónomos que se mueven mediante láser por las bodegas) e incluso almacenamiento en silos automatizados», explica José Miguel Espinosa, director de IT de García Carrión.
Destacable también es el caso de Matarromera, donde emplean un sistema de visión artificial en el proceso de llenado, encapsulado y etiquetado de la botella para que cumplan con los estándares exigibles. Si, por ejemplo, se detecta un arañazo o un pliegue en el encapsulado se elimina automáticamente de la cadena. Así mismo, en el proceso de elaboración del vino miden parámetros de humedad o temperatura, por ejemplo, de manera que salta una alerta si se registran valores fuera de los intervalos establecidos.
CAMBIO CLIMÁTICO
«Las bodegas se enfrentan a un gran reto común: abordar los efectos adversos del cambio climático, cada vez más evidentes. En este sentido, las tecnologías están jugando un papel fundamental en la predicción del rendimiento y calidad de la cosecha, así como la detección temprana de problemas», explican desde la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV).
Para medir los efectos del cambio climático, proyectos como Vinysost (en el que participan seis bodegas españolas) ofrecen una aplicación informática mediante la cual los socios pueden evaluar la huella de carbono, la huella hídrica y sus costes.
Otro buen ejemplo es el proyecto Globalviti, liderado por Familia Torres, «cuyo objetivo es mejorar la producción vitivinícola frente al cambio climático mediante la aplicación de nuevas tecnologías transversales como IoT, big data, robótica y biotecnología», añaden desde la plataforma tecnológica.
García Carrión, las bodegas tecnológicas por excelencia
La tecnología y la innovación están muy presentes en las bodegas de García Carrión, consideradas unas de las más tecnologizadas del mundo. El grupo ha sido pionero en el uso de muchas nuevas técnicas, desde que el presidente de la bodega española, José García-Carrión, se hizo cargo de las mismas.
«Nuestro objetivo es automatizar y sensorizar toda la cadena de valor de nuestras bodegas. Para ello, hacemos uso desde las tradicionales tecnologías electromecánicas, así como de las modernas tecnologías asociadas a la recolección, procesamiento y visualización de grandes volúmenes de datos. Igualmente, empleamos inteligencia artificial», asegura José Miguel Espinosa, director de innovación de la compañía. En bodegas como Jaume Serra, Marqués de Carrión o Viña Arnaiz, los robots forman parte del proceso de elaboración del vino, de su envasado y de su traslado.
De hecho, estas imponentes máquinas son capaces de trasladar los palés con las cajas de vino hasta la misma puerta de carga, guiándose por láser de forma autónoma y sin necesidad de intervención humana. Se consideran las bodegas del futuro, pero en el presente.
Sensores y ‘big data’ en Emilio Moro
La bodega vallisoletana Emilio Moro quiere situarse en la vanguardia tecnológica con la aplicación en los viñedos de tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT), el ‘big data’ y la inteligencia artificial de la mano de Vodafone. El proyecto contempla instalar una red de sensores en los viñedos cuyos datos se combinan con las imágenes multiespectrales de alta resolución capturadas por satélite durante todo el ciclo de la cosecha.
De esta manera, se pueden medir factores clave como la temperatura, la humedad, la absorción de agua o la salud de la vid. Gracias al empleo de ‘big data’ y algoritmos de inteligencia artificial, se realizan análisis predictivos sobre la cosecha, lo que permite tomar decisiones en aspectos como el riego, abono, poda o momento óptimo de la cosecha.
La bodega Matarromera vendimia con drones
Matarromera aborda la gestión de cultivos empleando tecnologías como sensores inalámbricos, imágenes de satélites o drones. Por ejemplo, la combinación tecnológica de drones e imágenes infrarrojas y multiespectrales proporciona a Matarromera indicadores precisos sobre la madurez y la calidad de las uvas para decidir el momento óptimo de vendimia.
Además, se aportan datos que permiten tomar mejores decisiones sobre la poda, o la necesidad de emplear fitosanitarios. La bodega también usa otras técnicas en la vendimia. Por ejemplo, emplean visión artificial durante el proceso de selección grano a grano, lo que permite eliminar fácilmente residuos y cuerpos extraños, así como las uvas de menor calidad gracias a un software que analiza las imágenes en función del nivel de selección escogido.