Pascaline Lepeltier, de 38 años, trabaja en Nueva York, donde gestiona una bodega en la que apuesta por vinos ecológicos y biodinámicos
Pascaline Lepeltier acaba de convertirse en la primera mujer mejor sumiller de Francia. La experta en vinos, de 38 años, ha sido nombrada por la Revue du Vin de France(RVF), la revista especializada en vinos de referencia en el país. “Es fantástico que esta prestigiosa revista te otorgue este reconocimiento, a mí que solo soy una modesta camarera”, dijo la premiada a la agencia de noticias France Presse el pasado jueves 10 de enero.
Lepeltier, que vive en Nueva York, es una apasionada de los vinos ecológicos y biodinámicos. “He aceptado el premio porque me considero un símbolo en la necesidad de pensar en lo que bebemos y comemos. Tenemos que mentalizarnos sobre la importancia de transformar la agricultura y dejar de estropear el suelo y la naturaleza”.
Graduada en Filosofía, comenzó en este sector desde abajo hasta convertirse en una auténtica profesional, y espera que su galardón sirva para mostrar a los jóvenes que se puede “tener un trabajo fascinante en el mundo del vino que te permita vivir de tus sueños”. A sus 38 años, Lepeltier no solo ha conseguido el reconocimiento de la revista francesa, sino que también ha logrado ser la primera mujer sumiller que gana el famoso concurso de “mejor trabajador de Francia”.
Nacida y criada en Angers, cuna de los vinos del Loira, practica su arte en Nueva York, en el restaurante gastronómico Racine —ubicado en el barrio de Tribeca— donde maneja una bodega de 2.500 referencias «de las cuales el 80% se cultiva de manera biodinámica». «En un sector agrícola en crecimiento y con un impacto en la salud, debemos comprometernos a ser extremadamente atentos a la selección de lo que ofrecemos para la degustación», dice la joven, muy concienciada ante el problema de “la mala comida y la mala bebida”. Denuncia los vinos con “muchos aditivos” y presume de presentar a sus clientes «vinos alta calidad hechos con técnicas naturales, porque el cuerpo los absorbe mejor». «Los vinos es el único producto agroalimentario sin obligación legal de indicar sus ingredientes», señala.
Su pasión por este tipo de vinos, cuenta, surgió en 2005, después de una cata en Château d’Yquem y, desde entonces decidió «hacer una carrera en el vino». «Soy de una generación que desea recuperar el gusto surgido de una agricultura viva», dice, y destaca que está encantada de que cada vez más fincas vitícolas se enfoquen en el cultivo ecológico y biodinámico.