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Se cataron 22 referencias de diferentes bodegas de la Isla y se obtuvo una puntuación de 12,5 puntos.
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La cosecha del pasado año fue la más abundante desde 1993, con más de 3,9 millones de kilos de uva recogidos.
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El evento contó con la charla de Juancho Asenjo, asesor de bodegas y formador de vinos del mundo en cursos de sumilleres de toda España.
El Consejo Regulador anunció el pasado viernes que los vinos de Lanzarote de la añada 2018 han recibido la valoración de “Muy Buena”. Esta noticia se dio a conocer durante el Acto de calificación de la añada, celebrado en el restaurante Qué Muac-Castillo de San José.
El evento contó con la presencia de más de un centenar de personas, entre las que se encontraban diferentes personalidades del sector, bodegueros, viticultores y un gran número de amantes de los vinos de Lanzarote. También acudió al acto el consejero de Agricultura del Cabildo de Lanzarote, Antonio Morales.
Para la calificación de la añada 2018, el comité de cata, formado por 8 expertos, valoró el 26 de marzo un total de 22 vinos de la Denominación de Origen Vinos de Lanzarote, procedentes de diferentes bodegas de la isla. Entre ellos se encontraron: 10 blancos secos de Malvasía Volcánica, 4 tintos, 2 rosados, 1 blanco de seco de la variedad Diego, 2 semidulces de Malvasía Volcánica, 1 blanco semiseco, 1 blanco semidulce y 1 dulce Moscatel de Alejandría. Una vez catados y analizados, se procedió a la suma y al cálculo de la mediana, siendo el resultado final de 12,5 puntos. Esta cifra corresponde a la calificación de “Muy buena” según el sistema de valoración aplicado por el Consejo Regulador.
Durante el acto, Darío Pérez, Técnico del Consejo Regulador, abordó las principales características de la añada, resaltando que “a pesar de ser una cosecha bastante abundante en producción, fue un año muy complicado en relación a las condiciones climatológicas. La primavera se caracterizó por tener muchos días con cielos cubiertos, pequeñas precipitaciones y, por tanto, una humedad bastante alta. Esto provocó que hubiera muchos ataques de Mildiu y, sobre todo, de Oidio (ceniza), por lo que los viticultores tuvieron que estar más atentos para poder controlar estas enfermedades, que finalmente mermaron la producción”. También destacó que “la vendimia se retrasó un poco respecto a otros años, ya que durante los meses de junio-agosto las temperaturas fueron bastante suaves, lo que hizo que la maduración se ralentizase. Además, pudimos observar en esta vendimia que las variedades negras tenían una mayor intensidad de color”. La vendimia de 2018 fue la más abundante desde 1993, ya que se superaron los 3,9 kilos de uva.